Discurso. Homenaje póstumo al joven ganadero turolense, José Luis Iranzo.

XV Asamblea de UAGA-COAG, 15 de diciembre de 2018. Zaragoza

Autor. Rubén Villanueva, responsable de comunicación de COAG a nivel nacional.

Alguien dijo alguna vez que la dignidad no consiste en tener honores sino en merecerlos. Sin pretenderlo, José Luis Iranzo vivió para merecer ambas cosas. Con su cruel e injusto destino nos recordó aquello que Pedro Salinas inmortalizó en una de sus cartas: “…de pronto, en un instante, podemos quedarnos ciegos en medio de la luz, muertos en medio de la vida, solos en medio del amor…”.

Desde muy pequeño conoció todo lo que a nivel social situaba la profesión de agricultor y ganadero en el sótano de las vocaciones. Que los príncipes azules nunca llegan en tractor. Que se suda, se madruga y siempre te queda la duda. Que todo tiene un precio pero tú no se lo pones, que en los pueblos se vive por debajo de tus posibilidades y el frío se siente en HD. Que aquí, en los secanos de Teruel,  se siembra pero no siempre se recoge. .

Hizo de su vida una eterna cruzada contra todo aquello y aquellos que menoscaban la igualdad de oportunidades de las gentes del medio rural.  Luchó contra el eco que se escucha en el bajo Aragón cada vez que los de arriba prometen y no cumplen. Se rebeló contra el estereotipo burlón y desfasado del agricultor con boina y zurrón.

En ocasiones, bastaba con su sola presencia para cerrar bocas y abrir mentes. Un tipo pasional, de aspecto jovial y desenfadado, capaz de relacionar en un mismo párrafo los cuatro estómagos de una oveja con el coeficiente de admisibilidad de pastos de la PAC. Yo lo llamaba Hacer un Iranzo.

Hacer un Iranzo es la fuerza inocente de los 20 años, cuando uno cree que es posible llegar a la cima sin hundir antes los pies en el barro.

Hacer un Iranzo es luchar cada día para que la dignidad de un pastor cotice siempre por encima de la rentabilidad de un fondo de inversión.

Hacer un Iranzo es no desfallecer para que los móviles vuelvan a sonar en el medio rural y las conciencias en el despacho oficial.

Hacer un Iranzo es reivindicar, reclamar, exigir, es no reblar, es pisar la moqueta ministerial con el polvo aún reciente del camino y sentarse a negociar sin vergüenza ni colores. Es maridar sindicalismo con autenticidad.

Hacer un Iranzo es morir por todo y morir por nada. Es el compromiso a “pecho descubierto”. Es reivindicar la belleza de lo simple y la esencia de una caldereta de ternasco con los amigos de Siempre.

Hacer un Iranzo es la libertad y la pureza de la “palomica”. Es la voz poderosa, natural y espontánea del Pastor de Andorra.

Hacer un Iranzo es encontrar el amor en Febrero y reconstruir cada mañana el futuro y la esperanza en la sonrisa de Aitor.

No olvidéis nunca a Jose Luís. Su recuerdo será el mejor abono para esta tierra. No permitáis jamás que nadie ni nada silencie la voz de los hombres y mujeres del campo. Ese será nuestro mejor homenaje. Lo decía Eduardo Galeano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Sentíos muy orgullosos de lo que sois. Él lo estaría.

Siempre UAGA. Siempre Iranzo. Siempre.